Por: Oscar Aránguiz, IIª Brigada Aérea
Luego de los terremotos de Concepción, el 20 de mayo de 1960, y el de Valdivia, dos días después, el Presidente de la República Jorge Alessandri Rodríguez solicitó un estudio que permitiera desarrollar rápidamente tanto la infraestructura aeroportuaria como las ayudas necesarias para una navegación aérea segura en el país.
Es así como el Plan Nacional de Aeropuertos puso en marcha el mejoramiento de pistas, la construcción de calles de rodaje, plataformas de aeronaves y edificios terminales en diferentes aeropuertos nacionales. De la misma forma, el Plan de Ayuda a la Navegación Aérea aprobó recursos para que la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) adquiriera radioayudas, sistemas de telecomunicaciones, sistemas de aproximación Instrument Landing System (ILS), y Radiofaros VOR (VHF Omnidirectional Range), entre otros.
Referente al VOR -que es unos de los sistemas de radioayudas que dispone la DGAC para contribuir a la seguridad de la aeronavegación en ruta, en los aeródromos y aeropuertos del país- hoy es una efectiva ayuda en tierra a la navegación aérea. Este equipo emite señales llamadas radiales que son ampliamente usadas en la aviación para definir rutas aéreas. Para su efectividad de asistencia en las aproximaciones y salidas de aeronaves, se instalan una o dos estaciones en los alrededores del aeropuerto. Para el caso del Área Terminal de Santiago, una de ellas está ubicada en el cerro El Tabón, en el sector de Las Chilcas, al límite de la Región Metropolitana con Valparaíso.
Para su correcta operación se necesita un mantenimiento mensual que realiza personal calificado de la DGAC pertenecientes a la Sección Centro Zonal de Mantenimiento Central, de las Oficinas de Electrónica Aeronáutica y Electricidad Aeroportuaria, con base en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez, quienes pueden llegar a los cerca de los 1.200 metros de altura de la cumbre con el apoyo aéreo de las tripulaciones de helicópteros Bell UH-1H, Bell 412 y MH-60M Black Hawk del Grupo de Aviación Nº 9 de la IIª Brigada Aérea.
El Radiofaro Omnidireccional de Muy Alta Frecuencia (VOR) es un equipo que transmite señales al espacio, permitiendo entregar a las aeronaves el rumbo de las estaciones terrestres que las contienen, con la finalidad de definir la navegación de las aeronaves, considerando como referencia el norte magnético. Hay dos tipos de VOR que se emplean de forma comercial: el VOR Convencional (CVOR) y el VOR Doppler (DVOR) que es el que está instalado en el cerro El Tabón.
Los DVOR son altamente confiables y se ven poco afectados por los fenómenos climáticos existentes en la atmósfera, lo cual permite a los pilotos navegar incluso en condiciones de baja visibilidad o cuando existen tormentas eléctricas en las cercanías. Además, tienen como ventaja que emiten señales en los 360º de la antena, lo que permite volar hacia o desde el VOR con una mayor precisión en la ruta, de manera que las aeronaves se mantengan alejadas de obstáculos y el terreno.
La operatividad de este Radiofaro DVOR del cerro El Tabón depende del aerotransporte que realizan las tripulaciones del Grupo de Aviación Nº 9 y del mantenimiento que realiza el equipo de especialistas de la DGAC, tanto personal de Electrónica como Electricidad, esta vez, integrado por el Electrónico Aeronáutico Hernán Martínez y los Electricistas Aeroportuarios Julio Dupráz y Camilo Torres. Ellos son los especialistas encargados de llevar los equipos de medición y baterías de reemplazo, entre otras herramientas, desde la Base Aérea Pudahuel hasta la Estación Aeronáutica.
“Como Oficina Electrónica, nosotros nos encargamos de hacer mantenimientos preventivos a la Estación DVOR y al equipo DME (Distance Measuring Equipment). Revisamos la condición de los equipos, realizamos la medición de tensión, voltajes y parámetros. Verificamos que no haya ninguna anomalía. También hacemos pruebas de cambios de equipos, emulando fallas y constatando que los respaldos funcionen correctamente”, explica Hernán Martínez.
Por su parte, Julio Dupráz, destaca que “esta comisión se realiza hace muchos años en este lugar que es bien inhóspito, donde cuesta llegar a pie o por vehículo, por lo que el apoyo de la Fuerza Aérea resulta fundamental”.
Para el traslado, la Bandada Terminal de Pasajeros de la IIª Brigada Aérea efectúa el trabajo de embarque de los especialistas de la DGAC y coordina junto a los tripulantes del Black Hawk que los equipos sean transportados de forma segura. En tanto los pilotos realizan un briefing junto a los especialistas y tripulantes, instancia en la cual se revisan, entre otros temas de aeronavegabilidad, los movimientos de desembarque y así reducir las posibilidades de un accidente.
Una vez aterrizado en el cerro, el helicóptero vuelve a su base y luego regresa dentro de tres horas a buscar al equipo de la DGAC. Esta importante operación que realiza la Fuerza Aérea se repite una vez al mes en apoyo a colaborar con los altos estándares de seguridad de la aeronáutica nacional.