Los hermanos César y Félix Copetta logran elevan un aeroplano Voisin, en terrenos de la ex-chacra Valparaíso, en Ñuñoa, el 21 de agosto de 1910. Se registró a sólo siete años de la proeza de los hermanos Orville y Wilbur Wright, en los Estados Unidos, en la localidad de Kitty Hawk, en el estado de Carolina del Norte, el 17 de diciembre de 1903.
El 7 de marzo a bordo del monoplano Blériot “Chile” el Capitán Manuel Ávalos Prado efectuó el primer vuelo militar desde la Base El Bosque. Fue tal entusiasmo que en abril de 1913 se presentaron a la Escuela de Aeronáutica los candidatos seleccionados para ingresar al primer curso de vuelo. Ellos fueron los Tenientes 1º Enrique Pérez y Armando Urzúa y los Tenientes 2º Francisco Mery, Julio Torres, Gabriel Valenzuela y Arturo Urrutia y los suboficiales Eleodoro Rojas, José García, Floridor González, Luis Page y Manuel Ampuero.
El 16 de febrero de 1924, siete aviones militares emprendieron un raid de ida y regreso a Tacna, que duró 27 días y que concitó el asombro y múltiples festejos en las ciudades nortinas. Los aviones aterrizaron en La Serena, Copiapó, Baquedano, Iquique, Arica y Tacna, además de algunas canchas de emergencia como Cabildo, Illapel, Ovalle, Coquimbo, Vallenar e incluso en la pampa nortina. Tomaron parte las aeronaves De Havilland DH-9 “El Ferroviario”, Piloto Armando Castro, pasajero General Luis Contreras Sotomayor; “Coquimbo”, Piloto Teniente Andrés Sosa, pasajero Capitán Carlos Cruz Hurtado; “Tacna”, Piloto Teniente Oscar Herreros, pasajero ingeniero Arturo Seabrook; “Atacama”, Piloto Teniente Marcial Arredondo, pasajero cabo Francisco González; “Tarapacá”, piloto Teniente Francisco Lagreze, pasajero Cabo Francisco Palomo; y los aviones Avro “General Körner”, Piloto Capitán Federico Barahona, pasajero Cabo Ruperto Contreras; “España”, Piloto Teniente Carlos Montecino, pasajero Cabo Luis Abarzúa. Solo tres no alcanzaron a completar el raid: el “General Körner”, que cayó al norte del río Loa; el “Tarapacá”, que capotó en la etapa a Copiapó; y el “El Atacama”, que se estrelló en Reñaca, a punto de cumplir el viaje de regreso.
En agosto, el Capitán Diego Aracena realiza el primer raid internacional de largo alcance en Sudamérica, uniendo Santiago con Río de Janeiro. El avión que utilizó fue un DH-9, volando más de 3 mil 600 kilómetros, con catorce aterrizajes en tres países. Durante diecisiete días enfrentó todo tipo de percances y hasta soportó un principio de gangrena en uno de sus pies por el frío de la cordillera. En la proeza lo acompañó el ingeniero mecánico Arturo Seabrook.
El 12 de diciembre de 1918 el Teniente Dagoberto Godoy realiza la hazaña mundial de cruzar en un avión la Cordillera de Los Andes. Enfrentó temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, la falta de oxígeno a 6 mil metros de altura y fuertes turbulencias, hasta lograr aterrizar en Mendoza en un frágil avión Bristol de motor rotatorio de 110 caballos de fuerza. A su regreso, miles de personas le tributaron una bienvenida de héroe nacional.
Tras 36 vuelos de reconocimiento y preparación de canchas de aterrizaje, el 5 de marzo de 1929, jóvenes pilotos en aviones De Havilland Cirrus Moth iniciaron los vuelos sobre el desierto, con postas en Ovalle, Copiapó, Antofagasta, Iquique y Arica para dar vida a la Línea Aero Postal y la futura Línea Aérea Nacional para conectar al territorio por el aire.
Ese mismo empeño se realiza hasta Puerto Montt y Aysén en aviones Vickers Vedette, de la Línea Aérea Austral.
Adelantándose a su época, el Comodoro Arturo Merino Benítez, abogó por la importancia que tendría la aviación, por lo que se le considera un prócer dentro de la aeronáutica chilena y mundial. Convencido de que el porvenir de la patria estaba ligado a los “caminos del aire”, al asumir el mando de las alas militares chilenas, en 1928 creó el Club Aéreo de Chile, en 1929 la Línea Aeropostal Santiago-Arica, en 1930 llega hasta la Región de Magallanes y luego crea la primera fábrica de aviones Curtiss que se instala en la actual Base Aérea Cerrillos, y la Dirección de Aeronáutica, entre otras acciones. Por sus sacrificios y visionaria gestión, el Presidente Carlos Ibáñez del Campo firma el 21 de marzo de 1930 el decreto que fusiona los servicios aéreos dependientes de los ministerios de Guerra y Marina y crea la Fuerza Aérea Nacional, nombrándolo Subsecretario de Aviación y primer Comandante en Jefe de la FAN. En mérito a sus múltiples acciones en favor de la Aviación Nacional, el principal aeropuerto del país fue bautizado con su nombre.
Destacados pioneros de la aviación chilena permitieron abrir los cielos australes, para dar conectividad a las lejanas y frías tierras de la Patagonia. Así fue que el Teniente Rodolfo Marsh Martin, al mando del “Chiloé” perdió la vida a los 29 años, al desaparecer en su avión el 29 de mayo, cuando acudía en auxilio del “Magallanes” que hacía la ruta Puerto Montt - Punta Arenas y que había amarizado de emergencia cerca de la Isla Talcán, al sur de Chiloé. Junto al Teniente Marsh también perecieron el Teniente Darío Aguilera, el Sargento 2º Arturo Peña y el Cabo 1º Fernando Hermosilla. El aeropuerto de la Base Aérea Antártica Presidente Frei fue bautizado con su nombre.
En agosto se estableció la “Línea Experimental Puerto Montt-Magallanes”, al mando del Capitán Carlos Abel, con material anfibio Sikorsky S-43. Se materizaban así los esfuerzos del Estado chileno y la FACh, iniciados por el Comodoro Arturo Merino Benítez para consolidar el enlace con el sur de Chile. Al mando de la Institución estaba el Comodoro Diego Aracena (1932-1938) y las aeronaves empleadas fueron los botes voladores e hidroaviones, que por su autonomía de vuelo debían hacer escalas amarizando en los canales australes. Precisamente, a fines del año 1936, el Capitán Abel junto al Teniente Rodolfo Marsh trasladaron desde Estados Unidos, los “Sikorsky S-43” bautizados como “Magallanes” y “Chiloé”.
El avión Curtis Falcon, que también se construyó en la primera fábrica de chilena de aviones en Los Cerrillos, fue un biplano para dos tripulantes, con alas de madera y fuselaje de aluminio, con tren de aterrizaje fijo, el que montaba un poderoso motor de 12 cilindros en “V”, refrigerado por agua, con una potencia estimada de 430 caballos de fuerza. Contaba con cuatro ametralladoras fijas Browning en su parte delantera, y dos más móviles, montadas en su parte trasera donde eran accionadas por el artillero que se ubicaba en tándem, a las espaldas del piloto. Bajo las alas tenía capacidad para cargar hasta casi 100 kg de bombas. También el país contó en la década del 30 con los Junkers y los Vultee, también artillados.
El 15 de febrero, el Teniente 1º Arturo Parodi Alister sobrevuela por primera vez y durante 30 minutos la Base Naval “Soberanía” en la Antártica. Utilizó un avión Vought Sikorsky con flotadores, iniciando las actividades de la Fuerza Aérea en el continente blanco. El avión fue trasladado hasta la zona en el transporte “Angamos” de la Armada.
El 20 de enero, el avión anfibio Catalina llega a Isla de Pascua, pilotado por el CDB (A) Roberto Parragué y al mando del CDG (A) Horacio Barrientos. La tripulación estuvo compuesta por los Tenientes 2° Alfredo Aguilar y José Núñez, Subteniente Sabino Poblete, Sargento 1° Gilberto Carroza, Sargento 2° Héctor López, el Cabo 1º Mario Riquelme y el Cabo José Campos. Una hazaña que unió al continente con Rapa Nui en 19 horas de vuelo.
Con motivo del terremoto en el sur del país, la Fuerza Aérea de Chile realiza un gran puente aéreo a la zona de la catástrofe. Realizó 489 vuelos, trasladando a más de 4 mil personas y cerca de 230 mil kilos de carga con sólo diez aviones, de un total de 111 que llegaron de otros países. Del total de traslados, cerca del 60% correspondió a la FACh, a lo que siguió las evacuaciones por la amenaza del desborde del Lago Riñihue, empleándose helicópteros.
El 3 de septiembre de 1957, en la Base Cerro Moreno de Antofagasta, se accidenta el avión B-26, pilotado por el subteniente John Wall Hollcomb, quien en un sublime acto de heroísmo intenta salvar a su mecánico Domingo García Bustillo, pero el avión explota falleciendo ambos. Por su valentía, la calle principal de la Base Aérea Cerro Moreno tiene su nombre, así como la promoción de Oficiales del período 1974-1976.
Se crea la Base Aérea Antártica Presidente Eduardo Frei Montalva, en la Isla Rey Jorge, en las Islas Shetland del Sur, la que reemplaza a la Base Pedro Aguirre Cerda, destruida por la erupción de un volcán submarino. Su centro Meteorológico entrega información técnica, según mandato de los países firmantes del Tratado Antártico.
La empresa Nacional de Aeronáutica entregó la primera partida de aviones de entrenamiento construidos en nuestro país, que reeplazaron a los T-34 Mentor. Fue bautizado por los propios alumnos de la Escuela de Aviación y su nombre está ligado a la fuerza que "habita" al interior de los volcanes.
La Fuerza Aérea de Chile y la Armada de los Estados Unidos realizaron durante octubre el Ejercicio “Blue Sky V”, que se realizó entre Iquique y Concepción, con participación del portaviones Jorge Washington y aviones de combate cazabombarderos F-18 de los Estados Unidos y F-16 de la FACh. La Fuerza Aérea de Chile se entrenó también con aviones Super Tucano A-29, del Grupo de Aviación Nº1.
Con motivo del Centenario de la Escuela Militar Aeronáutica de Uruguay, la Escuadrilla de Alta Acrobacia “Halcones” con sus aviones Extra 300L cruzó por primera vez la Cordillera de Los Andes con sus aviones en vuelo de formación, suceso que se materializó el viernes 18 de noviembre, a 13 mil pies de altura.
El 25 de abril de 2017, el avión Boeing 767 de la Fuerza Aérea de Chile trajo de regreso al país a la dotación N°25 de Helicópteros, poniendo fin a trece años de participación de Chile en la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Hombres y mujeres, pilotos, mecánicos, tripulantes aéreos, ingenieros, médicos, enfermeros de combate, logísticos, cocineros y especialistas en personal, entre otros, hicieron posible el éxito de la participación chilena en Haití, operando las 24 horas del día, los 365 días del año, realizando patrullajes aéreos, rescates y evacuaciones aeromédicas, diurnas y nocturnas, dando por cumplidos los objetivos planteados hace más de una década (2004) por el Consejo de Seguridad de la ONU. Las sucesivas dotaciones de cascos azules de la FACh realizaron 16 mil misiones, completaron 17 mil horas de vuelo, con cero accidentes, siendo protagonistas importantes del compromiso de Chile como nación garante de la paz.